LA
FLOTA OLVIDADA DE PEÑISCOLA está formada por un interesante conjunto de
grafitos descubiertos en una inspección rutinaria por el arquitecto Arturo
Zaragozá Catalán (1993) en una de las murallas de la ciudad de Peñíscola
(Castellón), en ellos están representadas 75 figuras de embarcaciones grabadas
con un instrumento punzante, con trazo ágil y espontáneo.
Estos
grafitos los podemos observar en la cara exterior de la muralla de Santa
Bárbara, situada en la parte Este del casco antiguo, muralla paralela a la calle Farons, entre la batería del Príncipe y la batería
Nueva. El lienzo de esta fortificación se encuentra literalmente pegado al
Museo del Mar, lugar en el que como gran paradoja no existe ningún tipo de
referencia documental ni fotográfica a este conjunto de grafitos, pese a que en
un estudio realizado durante el año 1996, por los técnicos del Servicio de
Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón
Francesc Gusi y Arturo Oliver, se aconsejaba:
“Consideramos que este
rico y singular conjunto de representaciones marineras debería formar parte del
conjunto expositivo público del propio museo…
La protección física del conjunto debe incluirse dentro de los
proyectos de conservación del patrimonio artístico y arquitectónico, dado que
este tipo de grabados no son numerosos, ni en nuestra provincia (únicamente se
han constatado grabados similares en la iglesia de Sant pau de Albocácer, en el
exconvento de San Francisco de Benicarló, en la ermita de Sant Benet de Alcalá
de Xivert y en la torre del Rey de Oropesa) ni en toda las costa mediterránea,
lo que revaloriza su innegable interés cultural”.
A
pesar de estas sugerencias realizadas hace más de 15 años, actualmente este
conjunto de grabados sigue totalmente olvidado, erosionado por las olas de la
inclemencia y azotado por el vendaval
de la ignorancia, pues como puede observarse en algunas fotos, en ellos
aparece humedad, se han repasado con mortero zonas del lienzo, se han picado
representaciones e incluso algunos grabados han sido salpicados con gruesas
manchas de pintura.
Si
no se interviene de manera coherente, y esto no es cuestión de dinero sino de
inteligencia y responsabilidad, dentro de pocos años hablaremos tristemente de
“la flota desaparecida de Peñíscola”
Hay
que destacar que por el tipo de embarcaciones esquematizadas, estos grabados
fueron ejecutados a finales del siglo XVII o mediados del siglo XVIII. Entre
los barcos representados pueden distinguirse: Balancea, barquete, tartana o
catalana, místico, jabeque, galera, galeota, buque de línea artillados de dos y
tres puentes, fragatas de un puente artillado...
Las
galeras, jebeques y galeotas aparecen de tres formas: Con los remos levantados
en actitud de espera o saludo, con los remos en el agua y las velas aparejadas
y sin la presencia de remos con aparejo de mástiles y velas latinas.
Y,
entre las distintas clases de velas y aparejos representados, se diferencian
los siguientes tipos: velas latinas en uno o dos mástiles, velas cuadradas en
dos o tres mástiles, velas cangrejas, velas árabes y velas al tercio.
Aunque
lo más interesante de todo el conjunto, según los investigadores Gusi y Oliver
(1996) es la presencia de dos buques de línea de primera clase, con tres
puentes y fuertemente armados con artillería (más de cien cañones constatados
sobre el grabado)
Las
hipótesis sobre el motivo de su realización para Gusi y Oliver, son dos:
1)-
El mero hecho de representar por gente residente en la población lo que estaba
viendo en la playa.
2)-
Para buscar recordar algún acontecimiento naval en el cual se participó fuera
de las costas de Peñíscola.
Pero tras una observación detallada de los grabados, al
comprobar el trazo firme y ágil, así como la presencia de líneas de carbón
mineral, podemos aventurar sin riesgo a equivocarnos que más que una intención
artística, estos grafitos buscan un objetivo didáctico y pedagógico. Son
apuntes y esquemas para la formación.
De este análisis Vicent Melià i Bomboí (2012) deduce una
tercera hipótesis:
3)-
Nos encontramos ante unos grabados realizados con fines educativos, es decir,
estamos ante una pizarra de un aula didáctica creada con el objetivo de formar
en el arte de la navegación, así como en el aprendizaje para diferenciar tipos
de embarcaciones.
Esta
hipótesis sería confirmada por la existencia de la representación de una esfera
armilar y de un secante, instrumentos utilizados para el estudio de la
orientación en la navegación. Estos instrumentos ya fueron descritos en el
estudio de Gusi y Oliver del año 1996.
Por
ello, dentro de esta teoría podemos afirmar que: La explanada de piedra caliza
en la que descansa el muro en el que se represen estos grafitos, colgada a
veinte metros sobre el nivel del mar, sobre la denominada cueva del Altar,
desde la cual se domina una amplia línea del horizonte así como toda la costa
Sur, era una aula al aire libre para la formación de soldados o para la
preparación de los nuevos reclutas que se incorporaban a la defensa de la
fortaleza peñiscolana.
Diversas
hendiduras cinceladas sobre el suelo de piedra, así como la superficie casi
plana, que a la vez crea diversos asientos naturales con capacidad para más de
25 hombres, nos demuestra que realmente estamos ante la pizarra de una escuela
de navegación, que versaba sobre la formación en defensa y el combate naval.
Esta
hipótesis pedagógica de los grafitos estaría reforzada por la observación del
inquieto estudioso de Peñíscola Lorenzo Medina (2012) quien ha formulado que
este lienzo de grabados describe la evolución de las embarcaciones
mediterráneas, pues en él existe una representación que va desde las galeras
del siglo XV a los buques fuertemente armados del siglo XVIII.
Además,
este conjunto de hipótesis reforzaría la teoría de Vicent Melià i Bomboí,
descrita en su ensayo “El Papa Luna: El hombre que miró fijamente a los ojos
del Dragón”, en la que sostiene que en Peñíscola existió una escuela de
navegación, fundada a principios del siglo XV por Benedicto XIII entorno a la
biblioteca pontificia y que llegó, hasta finales del siglo XVII principios del
XVIII (de la que serían muestra estos grafitos pedagógicos)
Y
por si fuera poco, Melià aventura, que las cartas de navegación que utilizó
Cristóbal Colón para el descubrimiento de América en 1492, tenían su origen en esta
Escuela de Navegación de Peñíscola, pues fue el Papa Luna quien inició esta
ruta Atlántica tras fundar el Monasterio de la Rábida y potenciar la conquista
de las Islas Canarias.
Banda Sonora: Grupo de Rock Cábala de Castellón
Fotografías: Lorenzo Medina y Vicent Melià.